Colonia Yucatán

Biografías madereras: Don Jesús “ Chucho” Góngora ( Primera parte)

Cuantas veces no vimos deambular  por las calles de  Colonia Yucatán a un singular personaje, llamado “Don Chucho”, siempre orgulloso de su delantal de cotín, sus alpargatas, camisa de manta cruda, chamarrita y sombrero “huasteco”. Esa persona que falleció donde quería, en su amada Colonia Yucatán, fue uno de los principales arquitectos de la formación de ese lugar. Fue oriundo de la cercana población de Temozón, uno de los  municipios del oriente de nuestro estado de Yucatán, donde se dedicaba a las labores agrícolas y conocía muy bien los montes, en ese entonces arbolados con exquisitas plantas nativas.

Al poco tiempo de llegar a la Colonia logró constituirse en uno de los principales colaboradores del Ing. Emilio Zamudio, con quien recorrió en incontables ocasiones parte de las 100 mil hectáreas concesionadas para su explotación forestal a las empresas madereras por el gobierno federal.

Don Chucho nació en el año de 1888 en Temozón y falleció a la edad de 92 años en Colonia Yucatán en el año de 1972. Se trasladó con su esposa doña Consuelo y sus hijos a  Colonia en el año de 1938 cuando contaba ya con 58 años de edad, y en ella vivió con sus hijos Pablo, Guillermina, Ramón, Graciela, Gualberto y Alfredo.

Dice su hijo “Vado” Góngora:

Hasta el pueblo de Temozón, cercano a  Valladolid nos llegó la noticia de que allá en “la Triplay” que era el nombre como se conocía a la nueva Colonia, estaban solicitando todo tipo de trabajadores, y como en esos tiempos no había trabajo más que en las milpas debido a la crisis económica por la que atravesaba Yucatán, mi padre decidió que debíamos aventurarnos a ir a este lugar, acompañados de mi mamá. Para prepararlo todo, mi padre se dirigió Tizimín a las oficinas de la maderera, que se  encontraba enfrente de  la estación de trenes, y ahí le informaron de los tipos de trabajo  a los que podía aspirar en la incipiente fábrica.

Ya con esos antecedentes salimos un día de nuestro pueblo para dirigirnos a  Tizimín en donde nos subimos a un camión de redilas que iba a la Triplay , siendo aproximadamente la 1:30 de la tarde y después de un tiempo, que a nosotros los niños nos pareció muy largo porque no sabíamos a donde íbamos ni cómo nos iría, pero felices y disfrutando de las ocurrencias que contaba mi hermano Pablo  para entretenernos seguimos viajando y viajando .

Debido a que en mi pueblo no habían construcciones de madera, una de las primeras impresiones que me sorprendió fue ver a nuestra llegada al Campamento La Sierra, casi como a las 8 o 9 de la noche, una enorme casa de dos pisos estilo  americano que sólo habíamos visto en revistas. Y me impresionó tanto que me hizo pensar que ya nos encontrábamos en “La Triplay”, porque desconocía que aún faltaban dos kilómetros para llegar hasta el sitio al que nos dirigíamos, pero para llegar ahí había que trasladarnos en truck. Quizá cueste imaginarlo, habría que tratar de pensar en la época en que esto ocurría, y lo que significaba mirarlo con los ojos de un niño.

José Antonio Ruiz Silva.

Asociación de Cronistas e Historiadores de Yucatán A.C.

Febrero, 2024.