Colonia Yucatán

Don Gerardo Cetina originario de Cenotillo vive actualmente (2012 fecha de la entrevista ) en la colonia Itzimná de la ciudad de Mérida, ya retirado y casado con la señora Leydi, quien fuera hija del administrador del rancho  Chapas; con quien tiene dos hijos: Gerardo Noé Cetina y José Leonardo Cetina y sus nueras Liliana Soberanis y Ana Luisa Canul.

Actualmente tiene tres nietos que viven en Córdoba, Veracruz, lugar donde se avecindó su hijo Gerardo, médico cirujano de profesión, quién nació en  Colonia Yucatán.

Nos cuenta Gerardo que después de servir durante varios años a las empresas madereras y cansado de los continuos y largos viajes que tenía que hacer hasta  Colonia Yucatán, un día decide dejar ese trabajo, compra una tienda de abarrotes donde no le va muy bien y entonces, como tenía muchos conocidos en el mercado grande de la ciudad de Mérida, empieza a realizar algunos fletes de mercancías. Ante esto surgen quejas de taxista establecidos y es cuando decide crear junto con otras 16 personas el Sindicato de Camionetas de Carga cuya condición era que tenían que ser propietarios de sus propios vehículos. Durante un tiempo participa como directivo, hasta que vende todo, se liquida y se retira a su casa de Itzimná.

De su aventura en  Colonia Yucatán señala: “Cuando llegué a la Colonia todo estaba cubierto de rolos de árboles; apenas estaban construyendo la escuela, el campo estaba enfrente la fábrica, pero ya existía la capilla, las casas que ocuparon Ing. Drury y el Ing. Zamudio ya estaban construidas frente a la plaza. Se me hizo eterno el viaje, pues salí de Tizimín a las dos de la tarde y llegué a la Colonia a las ocho de la noche. Cuando llegué busqué a mi tío Mauro que tenía una pequeña refresquería que estaba al lado de los boliches y ahí lo esperé. Cuando vino y me vio se alegró ¡Qué pasó sobrino!, ¡Viniste a pasear o a trabajar!; le conteste la verdad, vine a trabajar, le dije, apenas estoy llegando; debí darle muy mala impresión con mis pertenencias que consistían en un morralito de ropas; estaba oscuro pero la gente todavía andaba en la calle , apenas eran las ocho y media de la noche.

Seguimos conversando y me preguntó que dónde pensaba trabajar y le dije, quiero ver si puedo entrar a la fábrica y me contestó, porque no te vas con tu primo que acaba de contratar a unas  personas para llenar un camión de rolos de madera y además están necesitando ayudantes, con seguridad al rato que venga te va a pedir que trabajes con él. Pero como mi interés era trabajar en la fábrica, le contesté: lo único que quiero es trabajar en la fábrica, pues sabía que se ganaba hasta cuatro pesos con 37 centavos por un turno de diez horas y eso constituía una buena paga para la época.

Cuando al poco rato supe que no estaban contratando obreros en la fábrica, no me quedó más remedio que aceptar la proposición de mi primo de trabajar con él. Así empezó un duro trabajo en los montes, cargando primero rolos pequeños y cada vez más grandes después; cuando esos años yo aun no sabía manejar vehículos, así que me tocaba la chamba más fuerte en los tumbos. Aunque era un trabajo difícil no se me hizo tan pesado, debido a que antes ya había trabajado cargando camiones de mercancías; y así aprendiendo alcancé a ganar hasta el doble de lo que pagaban en la fábrica; y eso era un gran aliciente.

Después de seis meses de estar trabajando en los tumbos, al fin supe de una chamba en la fábrica y para probar entré a trabajar en ese lugar, pero al poco tiempo ya extrañaba ganar lo que se ganaba en Maderas de Yucatán, que era la empresa del aserradero de La Sierra. Pensé, cómo le hago para regresar a La Sierra, si ya estoy contratado acá, y lo único que se me ocurrió fue decir a don Juan Rivera, uno de los encargados de la Sierra, que me iría a Cenotillo a ver a mi madre enferma. ¡Claro, era solo una mentira para un gran pretexto! y me dijo, mira puedes regresar a trabajar con nosotros, pero antes nos tienes que presentar tu liquidación de las fábricas de la Colonia, y así lo hice, era el año de 1950.

José Antonio Ruiz Silva.

Asociación de Cronistas e Historiadores de Yucatán A.C.

Abril 3, 2024.