Colonia Yucatán en el Diario de Yucatán en 1991.

Colonia Yucatán en el Diario de Yucatán en 1991.
 
En los calurosos meses de mayo y junio de 1991, ante el riesgo  que significaban los incendios forestales que provenientes del vecino estado de Quintana Roo y que amenazaban la vida de los habitantes de la Colonia Yucatán y poblados circunvecinos, Alfonso Manzanilla Ruz , hijo de don Julio Manzanilla ,  administrador durante un tiempo del rancho Chapas y doña Colombina Ruz, profesora del primer kindergarden de la Colonia Yucatán, escribió unos  artículos a los que denominó Al pie de la selva (Recuerdos de Colonia Yucatán) ,  en los que hace alusión a lo que se vivió en esa hermosa zona oriental  en su época de auge económico y social.
 
Los reproduciremos íntegros, tal como se publicaron en ese año.
Diario de Yucatán, Mérida, Yucatán, domingo 12 de mayo de 1991.
 
Al pie de la selva. (1 de 3)
Recuerdos de Colonia Yucatán.
 
Por Alfonso Manzanilla Ruz.
 
“Quienes conocimos y de alguna forma vivimos el auge industrial de la Colonia Yucatán, verdadero emporio enclavado en el oriente de la Península, siempre recordamos- no sin nostalgia- aquellos años en que la empresa MEDVAL industrializaba la chapa de los grandes cedros y caobas, con los modernos equipos de aquel entonces, para producir en la Prensa “Francis” preciosos paños de triplay que, en su mayoría , se exportaban, así como la elaboración de pisos a base de maderas tropicales, como el tzalam, el bojóm, jabín, chacté y otros.”
“Y nos emociona vivir de nueva cuenta, aquellos viajes de 10 a 12 horas que se hacían por la antigua y polvorienta carretera de Tizimín, para de ahí, dirigirnos al Campamento de La Sierra, no sin antes pasar a bordo de aquella camioneta “fotingo” de don Chicho Marín, por las haciendas henequeneras, las ruinas de Chichén, las zonas maiceras… y después realizar la tradicional parada en la “Sultana de Oriente” ( Valladolid) , para cenar unos sabrosos panuchos o salbutes acompañado de suculento caldo con sus tostadas o sus tortillas ”catdzopes”, Todo ello, desde luego, cocinado a las brasas del carbón.”
“Una vez satisfechos, continuábamos el viaje, adentrándonos cada vez más en la selva del Oriente yucateco, que hacía eco de los cantos y risas de quienes formaban el grupo de pasajeros de aquel “Express” que iba lento pero seguro. Al legar al centro industrial maderero, que contaba con todos los adelantos de la época, recorríamos su bien diseñado parque para después visitar la fuente de sodas, el boliche, el salón de billares y el amplio cinema que se adaptaba con frecuencia, para organizar bailes o peleas de box.”
“Desde luego que no podemos dejar de mencionar por su importancia la iglesia de tipo modernista que lucía sus retablos de maderas preciosas, y su escuela “tipo”, donde se impartían los últimos adelantos académicos debido a que contaba con un magnífico grupo de entusiastas profesores, digno de ejemplo no solo para la niñez y juventud de entonces, sino también para el magisterio de la zona oriente.”
“Y al hablar de la escuela viene también a la mente los disciplinados desfiles que organizaban conjuntamente la dirección del plantel y la empresa maderera. La columna iniciaba la marcha desde el campamento la Sierra con un despliegue de vehículos que abarcaba varias esquinas y que completaban los pelotones de obreros, deportistas, funcionarios, maestros y alumnos que recorrían orgullosos las calles petrolizadas de aquella próspera y floreciente localidad.”
“Recuerdo, muy bien las buenas costumbres observadas por la población, respetar lo ajeno, así como los ambientes familiar y religioso, velar por la pulcritud obligada de la escuela y que los habitantes extendían a los jardines y patios de sus casas, puesto que las amas de casa participaban en concursos de limpieza y de mantenimiento de todos los predios. Tal pulcritud era premiada de alguna manera.”
“Son tantos y tan gratos recuerdos que tal parece, al escribir estas líneas, que sentimos el olor a “tierra mojada” al pensar en las temporadas de lluvias que nos traían infinidad de mariposas, pájaros de variadas especies, vistosos tucanes, croar de ranas y gritos de numerosos saraguatos que nos deleitaban con sus graciosas maromas en las copas de los árboles. Pero también nos atraía la vistosa y variada vegetación que se vestía de colores y dejaba sentir agradables aromas. Así, las orquídeas silvestres adornaban lo más alto de los árboles y los ramales y abundaban por doquier.”
“Con frecuencia esa quietud la interrumpía el ruido de vehículos que, con sus cazadores, se adentraban aún más en la selva, de donde retornaban con enormes animales , que al igual que las serpientes, servían de exquisito manjar que podía deleitar al más exigente de los paladares que, en una ocasión, pensaba que degustaban la suave carne de alguna sabrosa ave. También podían verse venados, pavos de monte, jabalíes e infinidad de aves silvestres que deambulaban por estas selvas plagadas de cenotes y aguadas.”
“La ida al puerto de El Cuyo era otra emocionante odisea. Puerto de recepción de mercancía, servía también para el desembarque de la  madera industrializada y era punto de enlace con otros lugares de la región. Para llegar allí teníamos que pasar los la pista aérea de Misnebalam y ver el casco de la antigua hacienda-rancho Moctezuma, tras un viaje de tres horas en “truck” adaptado a un tractor Ford.”
“El vistoso puerto lucía su faro sobre el antiguo montículo maya que fuera quizá en mejores épocas, atalaya o baluarte de la antigua civilización.”
“Nuestro pensamiento regresa a la Colonia y nos hace saborear de nuevo, las límpidas, maravillosas noches de luna llena de los meses de octubre y noviembre que tenían su especial encanto, pues al salir la enorme cara del satélite por la “rehollada” o el campo de pelota nos parecía-como niños que éramos- que se nos venía encima.”
“Pero tal temor era nada comparado con el que sentíamos durante aquellas torrenciales lluvias, que, con sus compañeros inseparables, truenos y relámpagos nos mantenían encerrados por horas y horas y a cada retumbar de algún rayo nos hacía meternos, debajo de la cama.”
“Hoy los recuerdos se avivan y la nostalgia da paso a la tristeza al enterarnos que un incendio forestal amenaza a la población, que podría ser evacuada de Colonia Yucatán. Estas y muchas otras cosas me han hecho revivir tiempos pasados que procuraré dar a conocer, algunos con alegría y otros con pesar al ver que ahora la depredación, producto de la ambición humana, amenaza al igual que los voraces incendios, cada día más a la población mundial que parece acabará por perder sus reservas ecológicas, que son los pulmones tan necesarios para esta Tierra nuestra y del mundo entero.”
A.M.R.-Mérida Yuc.,mayo de 1991.