Colonia Yucatán

Despedida P. Juan Martin.

El P.Juan en la cena de despedida.

FELIZ AÑO NUEVO 2012 Y DESPEDIDA DEL P. JUAN MARTIN.
“”Hoy es noche vieja y mañana Año Nuevo 2012.”
El Comité Directivo de la Fundación Amigos de Colonia Yucatán A.C. expresa a todos sus amigos, una sincera felicitación por los logros alcanzados en este año y deseando que el 2012 que inicia sea de dicha , prosperidad y colmada de salud para todas sus familias.
Muchas cosas cambiarán en el 2012, continuación de proyectos, culminación de otros e inventiva de los demás. Pero hay acciones y personas que dejan huella en nuestra sociedad y uno de ellos ha sido la presencia del Padre John Martin O’Donell en la comunidad de Colonia Yucatán, allá por el año de 1967, para ser más precisos en el mes de abril.
Era entonces un sacerdote muy joven que tenía muy pocos años de vivir en México y llega a ese pueblo maderero , teniendo a un gran mentor como maestro y guía , el inigualable sacerdote Pedro Petrucci.
El Padre Juan dada su juventud y carisma rápidamente se gana la simpatía de la población, particularmente de la juventud al integrarse a los equipos de futbol, básquetbol y volibol con cuyos miembros empieza a recorrer las poblaciones circunvecinas, llegando incluso a la isla de Cozumel.
En este marco transcurre su ministerio al frente de la ya Parroquia de Colonia Yucatán. Bueno, pues el tiempo pasa y a sus 75 años, el ha decidido tomarse un año sabático en su natal Nueva York a partir de enero del año que mañana inicia y con su partida y las de otros miembros de Maryknoll , esta Congregación que hizo mucho donde puso los pies a través de sus misioneros deja nuestro país.
Para ello , el Padre Juan con motivo de su cumpleaños el pasado 28 de enero, mismo que celebró con una Misa de Acción de Gracias en la Parroquia de San José Obrero de la Colonia Sambulá, nos ha enviado una carta general como él la ha llamado, cuya autorización le he pedido compartir con nuestros contactos y seguidores del Facebook y de nuestro sitio www.coloniayucatan.com.mx , por considerarlo de interés para nuestra comunidad de la Colonia Yucatán y La Sierra.
Escribe el P. Juan en su Carta General:
“Mis queridos amigos y amigas, hermanos y hermanas en Cristo,
Mis saludos afectuosos a todos Uds. para estos días santos de la Navidad y Fin de Año a fin de que gocen de la convivencia en la familia y con las amistades. Les estoy escribiendo de mi casa aquí en Mérida, donde apenas acabamos de celebrar las festividades exuberantes en honor de Nuestra Señora de Guadalupe. Y cuando yo decidí dar a mi sermón en mis 4 Misas ayer un tono profético, al sugerir a la gente que vale la pena cuestionar su devoción emocional exagerada a María cuando tenemos tantos problemas enormes en el país que podrían empezar a resolverse con la transformación de esa energía emocional en la acción social o en la renovación profunda personal.
Al escribirles me encuentro en medio de un proceso largo y lento para ir a vivir en nuestra Casa Central de Maryknoll, Nueva York en enero. Después de escuchar al Espíritu y luego de la consulta con mis superiores, he decidido tomar un año de sabático lejos de mi querido México.
En enero van a ser 15 años que llegué aquí para emprender una nueva presencia misionera para mí en esta Iglesia Local como sacerdote en la pequeña comunidad de San José Obrero perteneciente a nuestra parroquia grande en la ciudad. Después de no ejercer este ministerio durante más de 20 años, fue un reto para probar a mi mismo que todavía podía yo cumplir este papel, aun mejor que la primera vez aquí (1966-75). Y así lo hice por 8 años hasta 2004 cuando mis compañeros decidieron entregar la parroquia a la administración por la diócesis. Me dediqué a la formación de un grupo de líderes laicos para continuar con la administración de la comunidad. Me ha constatado el trabajo maravilloso que han hecho, aun con tener que sufrir los dolores de los malentendidos de los párrocos locales.
Posteriormente a partir de 2005, yo quería vivir una presencia más misionera y contemplativa en esta Iglesia Local, lo que implicaba no pertenecer a ninguna parroquia, para tener la libertad de desarrollar dos comunidades especiales: la de los Afiliados de Maryknoll para su formación en la espiritualidad misionera, y Extensión Contemplativa para encauzar a la gente disponible al crecimiento en un estilo de vida contemplativo por medio de talleres, retiros y grupos de oración. La gente comentó que logramos un milagro muy raro en noviembre al efectuar un retiro de silencio para 30 Yucatecos/as! (Durante 13 años colaboraba con la Familia del Encuentro Matrimonial.) En estas dos comunidades efectuamos un proceso de discernimiento para el liderazgo futuro de ellas, y yo me encuentro constantemente retado a “dejar ir” las riendas de mi liderazgo a fin de que ellos puedan seguir al Espíritu Santo.
El evento más grande del año fue la celebración del Centenario de la Fundación de Maryknoll el 29 de junio de 1911, solo unos cuantos meses antes del nacimiento de mi Mamá en Galway, Irlanda, cuando nuestros dos fundadores consiguieron el permiso para comenzar un seminario de misiones americano. Aquí en Mérida con el apoyo de mucha gente en aquellas 3 comunidades, logramos armar una “con-celebración” de este aniversario junto con un centenar más en todo el mundo con una Misa Solemne con el Arzobispo y muchos amigos nuestros en la Catedral, y luego con una cena para 175 invitados. Presentes fueron varios nietos de las familias locales que apoyaron a nuestros primeros misioneros en estas tierras a partir de 1943.
Ahora la otra gran noticia actual es que en enero todos los sacerdotes Misioneros de Maryknoll vamos a abandonar México, cerrando nuestra casa y nuestra presencia en este país. Yo tomando mi año sabático y los otros 3 que andan en sus 85 años irán a jubilarse en una casa especial que tenemos en los Estados Unidos. Para uno que otro, será un cambio muy difícil dado que ellos suponían que México iba a ser su casa eterna. Me acuerdo de una frase famosa del Obispo James Edward Walsh, nuestro segundo Superior General, quien describió al misionero como “aquel que va donde no es querido/deseado pero sí necesitado, y se queda hasta que es querido/deseado pero ya no necesitado”.

Yo he podido aplicar esta frase a mi presencia misionera aquí en México, puesto que tengo el privilegio de haber sido querido por mucha gente, especialmente mi familia adoptiva de los Núñez desde 1967, y sin embargo pienso que el tiempo de mi partida ya llegó. Agradezco la oportunidad que se me brindó para ejercer mi vocación misionera aquí en esta Iglesia Local, y pienso que las dificultades que he experimentado últimamente, más por indiferencia que por oposición, me han motivado a la conclusión de que ya me necesitan más aquí. Ya no voy a preocuparme por la probable muerte de mi queridísima comadre Rosario Núñez Ortiz (quien me permitió ser padre-con-ella de su hija, regalándome 3 maravillosos nietos), porque el 12 de noviembre pasó a la vida eterna en su sueño. Nadie en la familia más inmediata hemos llorado su muerte, porque todos admitimos estar felizmente en su presencia espiritual todo el tiempo (como yo también me hallo con el Espíritu de mi Mamá). Fue una mujer sencilla y extraordinaria en el amor y la alegría que demostraba a todo el mundo, siendo una matriarca queridísima de su familia extendida, amiga dulce y vecina amigable para con todos. ¡Qué dichosos somos los que hemos convivido con ella tantos años!
Además de este empujoncito desde atrás, me siento atraído adelante por un anhelo que se ha nutrido en mi corazón durante muchos años, el de dedicarme a escribir sobre mis experiencias misioneras muy enriquecedoras para poder compartírselas mejor a Uds. Es así que durante este año voy a tomar cursos y asesorías en escribir y la computación como medios para alcanzar esta meta. Me siento alentado por los comentarios positivos de muchos a través de los años sobre las piezas que he escrito, y me atrevo a pensar que a la edad de 72 años el próximo 28 del presente, podré iniciar otra “carrera” dentro de mi vocación misionera. Luego estaré discerniendo mi futuro al final del año. Destellos de otro sueño se me ocurren de mi amplia experiencia inter-religiosa, puesto que el pasado 2 de diciembre en 1975, llegamos a Bangladesh 5 compañeros para vivir el diálogo de amistad y de hermandad con nuestras hermanas y hermanos musulmanes. Formará parte de mis escritos por cierto y quizá de mi futuro esta manera de ser misionero hoy día.
Estoy esperando la llegada de una ahijada de Los Ángeles con su familia para la Navidad y Año Nuevo y veremos la forma de visitar la Colonia Yucatán, el pueblo donde ella nació y yo empecé mi ministerio pastoral en 1967 y conocí a sus abuelos y sus papás, ahora mis compadres.
Varios de Uds. me han invitado a unirme a sus redes sociales por internet, como Facebook, pero no he aceptado hasta ahora; pero quizá más adelante cuando me actualice en el uso de tales redes, posiblemente para compartir los resultados de mis escritos y de mi fotos.
A los que son mis bienhechores por sus donativos a mi Cuenta Misionera en Maryknoll, les quiero informar que seguiré distribuyendo su dinero a la gente necesitada aquí en México.
En Octubre tuve la dicha de asistir a la Reunión de los Exalumnos de mi escuela parroquial original de la Ascensión en Manhattan y de dar un sermón sobre la vocación misionera tanto de ellos como de este servidor. La mía comenzó en esa primaria cuando tenía yo 12 años! ¡Pero cómo ha evolucionado el pensamiento sobre la Misión a través de las décadas! ¡Qué alegría la mía al encontrarme con media docena de amigos y amigas de mi infancia, porque yo me gradué del octavo grado en 1953!

Sueño con convivir con algunos de Uds. durante mi año de sabático en los EE. UU, y si es en el invierno, favor de calentar el chocolate para mis huesos tropicalizados mientras conversamos. Con toda confianza puedes regalar una copia de esta carta a otras personas conocidas mías o tuyas.
Tenlo por seguro que me acuerdo de muchos de Uds. diariamente en mis oraciones al revisar mi lista de aniversarios. Y espero tener un lugarcito en las tuyas.

En el Espíritu de Jesús,
Juan P. Martin/John P. Martin, MM