Profra Thelma Antuña Rubio , tercer director de la escuela primaria Manuel Alcalá Martin de la Colonia Yucatán.
Tema: Educación Colonia Yucatán ( Directores de la escuela primaria)
Fecha: 16.09.2018 (1ª parte)
Este artículo que presentamos también fue producto de una entrevista personal llevada a cabo en el domicilio de la Profra. Thelma Antuña.
Fue posible gracias al apoyo de ”Momy” Rejón quien un día que la visité en su casa de la colonia Alemán , le comuniqué mi interés de conversar con los primeros directores de las escuelas primarias de la Colonia Yucatán. Entonces “Momy” muy amablemente realizó una llamada telefónica siendo respondida de manera inmediata por la Profra. Antuña.
Ya con la dirección y el número telefónico en la mano, acordamos que la fecha fuera un sábado por la mañana y así lo hicimos con la puntualidad requerida.
Ese día al llegar a su casa ubicada en la avenida Cupules por el rumbo de la calle 20 de la García Ginerés, amablemente nos franqueó la puerta de su casa , preparándonos para una larga plática.
El artículo que a continuación presentamos fue publicado en el libro: Colonia Yucatán: Decadencia y migración. (La historia de sus hombres y mujeres exitosos) 2013.
Profra. Thelma Antuña Rubio.
“Estudié en la escuela Normal Rodolfo Menéndez de la Peña en la ciudad de Mérida, donde terminé con muy buenas calificaciones y el ofrecimiento de una futura plaza, aunque con la posibilidad de que me mandaran a algún pueblo como siempre ocurría a todos los maestros que concluíamos nuestra carrera. En esa época ya teníamos noticias del ambiente semiurbano que se desarrollaba en la distante Colonia Yucatán, aunque no teníamos la menor idea del cómo era, ni dónde quedaba ni nada, pero como jóvenes que éramos teníamos la inquietud y el interés por conocer el lugar, ya que sabíamos de personas y compañeros maestros que estaban contentos de estar allá; por lo que un día nos reunimos varias compañeras que habíamos estudiado juntas toda la carrera y nos dirigimos a las oficinas de la maderera que se localizaba en la calle 64 por el rumbo del parque de Santa Ana a pedir trabajo. “
“ Al llegar nos pidieron nuestros papeles y nos dijeron tan pronto definieran el número de maestros que necesitarían para el inminente inicio del nuevo ciclo escolar nos avisarían. Aunque yo tenía mi primer trabajo en la escuela primaria José Inés Vega donde empecé a ir y a los pocos días de iniciar, una mañana , llega una de mis tías muy sobresaltada y me dice: “
¡Thelma, te fueron avisar de la Compañía! La noticia de que si me habían aceptado como maestra, fue tanto emocionante como apresurada; me dijeron: sales hoy en la tarde rumbo a Colonia, te tienes que ir hoy, o las cosas no se darán; en ese instante fui a dar las gracias a los maestros de mi escuela, y me retiré; esa misma noche viajé a la Colonia a donde era muy difícil llegar , ya que tuvimos que viajar prácticamente toda la noche, era el año de 1956 y las carreteras del oriente estaban en muy mal estado.
“Para ello viajamos primero a Valladolid y de ahí muchas curvas, piedras y baches para llegar a Tizimín y posteriormente la Colonia. Llegamos casi al amanecer, mi corazón latía emocionado, qué hacía yo en medio de la selva, jamás me imaginé tal aventura, pero me sabía preparada y decidida para afrontar esta nueva empresa, y salir bien librada; uno tiene que tener vocación para educar nuevas mentes; los niños, ver sus rostros, darse cuenta de cómo van aprendiendo, es el mejor pago. Desde esa mañana que llegué, supe que acá iba a hacer feliz, que acá comenzaba mi verdadera vida como maestra. Apenas tuvimos tiempo de cambiarnos, ya que al poco tiempo estaba sonando la campana de entrada a la escuela donde me asignaron el primer año, era apenas mi primera experiencia para dar clases.”
“El ambiente escolar era de maravilla, un medio muy bonito, pues estaba de director el Prof. Raúl León Navedo. Éramos cinco maestras las que llegamos a la Colonia en esa ocasión, a todas se nos enchinaba la piel, pero sólo puedo hablar por mi, por mi experiencia. Mis compañeras fueron Elga Durán, Mercedes Chimal, Estela Bolio, Cruz, y otra maestra que duró muy poquito, y por lo cual no recuerdo su nombre.”
“En la noche de ese primer día, recuerdo con claridad una anécdota que le pasó a Elga: como se acostó a dormir con sus tenis puestos, todas le preguntamos si se los iba a quitar y dijo que no, porque su mamá le había dicho que habría muchas víboras y que cuando baje sus pies estarían allá y la podían morder , entonces pensó, mejor me duermo con los zapatos puestos, y todas nos reímos mucho, esa broma nos bajó un poco la adrenalina por el viaje, para enfrentarnos a los desconocido y lo nuevo.”
“Los jefes de las fábricas siempre nos trataron muy bien, siempre fueron muy corteses y comprometidos con la enseñanza de los niños. Nosotros no trabajábamos para la federación ni para el estado, nuestro compromiso era con las empresas madereras ; la escuela tenía la denominación de Artículo 123, y por eso nos pagaba la compañía como particulares. Nos dieron casa donde vivir, pero yo me las arreglaba para también quedarme en casa de “Momy” Rejón. Cobrábamos mensualmente 850 pesos , que en esa época eran para mi una millonada, ya que las compañeras que trabajaban en la Federación ganaban 550 pesos mensuales, entonces había una diferencia importante y nosotros ni en donde gastar el dinero, pues todo teníamos.”
“Nuestro trato era muy gentil con el Ing. Felipe Rodríguez y el Contador Enrique Geyne; claro el que paga manda y tiene derecho a exigir y para ello solo podíamos salir a nuestros lugares de origen durante las vacaciones de Semana Santa, las de Verano que comprendían Julio y Agosto y durante las fiestas de Navidad. Lo anterior debido también a que los viajes eran muy largos, y sólo durante esos períodos se nos daba la oportunidad de estar con la familia.”
“Después de dos años de trabajar en la escuela , en el año de 1958, por cuestiones presupuestales y los costos de educación fuimos absorbidos por la Federación. Pasados unos meses, casi a un año de haber llegado a la Colonia, el Prof. Raúl plantea su regreso a Mérida y me dijeron, entra como directora. Para eso, de las que fueron conmigo, casi todas se habían quitado y solo quedaba Gilda, y la Compañía quería que a fuerza yo fuera directora. Para que me aceptaran las autoridades educativas, seguramente movieron medio mundo o quien sabe cuántas palancas; el caso es que, la verdad, no quería aceptar porque me sentía joven e inmadura, y desde luego entre el personal docente había gente más grande que yo, con más experiencia y capacidad, pero creo que al final correspondí a la confianza .”
“El personal con el que contaba cuando llegué a ser directora era el siguiente: en el jardín de niños estaba “Momy” Rejón y doña Colombina Ruz; en la primaria Elga Durán, Gilda Flores Durán, Estela Bolio, Yolanda Carballo, Porfirio Matos, Arrmando Conde e Hilda Cervera. Para ello ya se habían abierto los 6 grados completos de la educación primaria, con grupos de 30 alumnos y un poquito más. Me habían dejado la hermosa escuela que estaba casi nueva y con todas las áreas funcionando, con buen mantenimiento de parte de la empresa y todos los apoyos de los que siempre disfrutamos los maestros, los alumnos y los padres de familia. Hoy cuando veo en ruinas lo que fue un edificio hermoso y funcional, siento ganas de llorar.”
Por: José Antonio Ruiz Silva.
Asociación de Cronistas e Historiadores de Yucatán A.C.