Cantamayec.

En el corazón de Yucatán, donde la selva susurra historias ancestrales y los cenotes reflejan el cielo, se encuentra Cantamayec, un municipio con raíces profundas en la historia maya y una identidad que perdura a través del tiempo.
Con una extensión de 502 kilómetros cuadrados, Cantamayec alberga a 2,755 habitantes, incluyendo las comunidades de Cholul y Nenelá, que en 1930 y 1940, respectivamente, alcanzaron la categoría de pueblo. Este rincón del estado ha sido testigo de épocas de esplendor y transformación, desde su pertenencia al territorio de los Xiu hasta su sujeción al cacicazgo de Sotuta tras la caída de Mayapán en 1441.
Su nombre, envuelto en el misterio del idioma maya, proviene de las palabras Can (cuatro), Ta (lanceta), May (casco o pezuña) y Ek (panal, negro o estrella), una evocación poética que puede interpretarse como “por los cuatro cascos del panal.”
Una tierra de trabajo y tradición
La vida en Cantamayec se entrelaza con la tierra fértil que sustenta la agricultura de temporal. El maíz y las leguminosas son los frutos de un esfuerzo diario, donde el trabajo campesino mantiene viva la herencia de quienes, por generaciones, han cultivado estas tierras con esmero.
Patrimonio y turismo
Al recorrer sus calles, es imposible no detenerse ante el templo católico de la cabecera municipal, una joya arquitectónica erigida a finales del siglo XVII, que resguarda la imagen de San Luis, venerado por la comunidad. Este recinto no solo representa la fe de los pobladores, sino que es un testimonio de la historia que se ha tejido en sus muros con el paso de los siglos.
Naturaleza y sostenibilidad
Cantamayec no solo guarda historia, sino también maravillas naturales. Cuatro cenotes adornan el municipio: uno en la cabecera y tres más al sur y sureste, según lo señala la Secretaría de Desarrollo Sustentable. Estas formaciones son santuarios de agua y biodiversidad, esenciales para el equilibrio ecológico de la región.
José Antonio Ruiz Silva.
Asociación de Cronistas e Historiadores de Yucatán A.C.
Julio, 2025